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Al principio la soledad no estaba en su interior. Su soledad no consistía en cataclismos interiores sino, en las demás personas; en vecinos, conocidos, amigos, incluso familia...¿Era un defecto de su forma de ser o de la sociedad?. En realidad no llegó a conocer en toda su vida nadie que fuera en el buen sentido de la palabra, bueno. A veces ese sentimiento de soledad le agobiaba una barbaridad y sufría por ello. La bondad de su corazón era una botella en medio de un oceano pues necesitaba de la gente para compartir.
Los años pasaban como si fueran ríos llenos de gente desengañada. Su mundo se limitaba aún más y más y ya no buscaba a nadie en especial. El sentido de vivir se ocultaba en otro pueblo o en otra ciudad, quizás no supo mirar bién a su alrededor y así descubrir pero, el caso es que se hizo muyyy viejo y por su ventana pasaban ríos y más ríos de gentes con miradas ausentes.
Días antes de morir me confesó que el secreto de su soledad podría ser simplemente el no saber querer pues, nunca conoció el amor. Esperaba de la vida todo lo que una persona puede desear y soñar pero, jamás tuvo la oportunidad de amar de verdad.
Su final creo que fué agradable y tranquilo al menos, eso me trasmitía. Parecía un niño dormido que estaba en paz con el mundo y desde alquel instante que aún perdura en mi memoria, conoció el amor eterno: Aquello que tanto tiempo luchó por encontrar...
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1 comentario:
profundidad en tus letras!!
Un beso!!
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