Escuchaba a Charlie Haden al contrabajo y Chris Anderson al piano. Mi mente repetía sin cesar las notas de Jazz y me resultaba algo muy relajante...Mi casa estaba en silencio y en completa soledad. Este disco es precioso me decía, sin abandonar por completo cada tema. A veces me despistaba en mis pensamientos pero, la música me atraía contándome más cosas y yo, buscaba para mis adentros algo importante...
El buen gusto por lo delicado y la sensibilidad, ponen el corazón al descubierto. Esa intimidad en armonía con el jazz, ayuda al corazón para reponerse al encuentro de respuestas. Parecen tonterías reconocer los pequeños pasos que se dan en el camino; como si reconocerlos nos expone al ridículo más estrepitoso sin embargo, hallar nuestras verdades, da mucho placer...
En ocasiones pedimos en una oración y los no creyentes lo mismo por la causa de tener el mismo corazón. El silencio y la soledad buscadas, es bálsamo para las verdades más escondidas. Admiro a todo aquel que busca su verdad para hacer bien...Quizás la oración de un creyente y un ateo, tengan le mismo valor para Dios...
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