sábado, 21 de julio de 2018

Melodías encadenadas



Hoy mi casa está rodeada de pianos y de palabras.
De siempre me gustó el piano y los teclados en general. Cuando unos dedos se impregnan de sentimientos y de sensibilidad, la magia de la música me envuelve sea del idioma que sea pues, la música no tiene nación. Las notas se deslizan en un manantial que desmboca en lo más hondo de mi corazón y, pienso en cosas de mi vida recreándome en un momento mágico en que el alma se pone en cotacto con el corazón...Las notas de este tema que ahora suena, parecen las caricias blancas de una noche de estrellas. Ludovico Einaudi, Wayne Gratz, Eddi Palmieri, Dorantes, Michel Petucciani y tantos otros discos de mi colección que hoy por casualidad, se escucharon en mi casa...y entro en tu blog y aparece otro piano con una voz rusa. Leo tu texto llena de plenitud a la hora de expresar tus sentimientos y nos cuentas que no sabe lo que dice ese hombre que mas que cantar, recita. A mi no me gusta esa voz pero sí la melodía. Conforme voy leyéndote, me olvido de quien recita y eres tú y solo tú la que acompaña este piano con esa sensibilidad que te caracteriza. Sonrío con lo que te cuento y me leo en silencio antes de que en mi equipo de música, comienze otro disco en que Hiromi me vuelvas a sorprender por enésima vez...y suena ahora su piano cuando antes de despedirme de ti, te envío un beso musica y sólo de música porque los versos, los pones tú...

Para Campirela.



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