domingo, 30 de agosto de 2020

Ausencias

 

 A veces me acuerdo de la gente que ya no está conmigo. Se fueron para no volver nunca más...De niño, se piensa en cosas que son imposibles, eternas y sin embargo, la realidad ahoga como la madurez porque lo que se esperaba no existe.

En mi corazón habita un niño de 52 años que cree en cosas que nunca llegarán. La ausencia de mis seres queridos dejaron un vacío en mi corazón. A veces hablo con ellos pensando qué me dirían en tales circunstancias pero siento que estoy más solo que la una...

Avanzar más en la edad es recorrer una cuenta atrás con gente querida que vas dejando por el camino para encontrarte más solo si cabe. A mi amigo Jesus sólo le queda su mujer. Me cuenta que la soledad es de cabeza; algo que se domina con un ejercicio de vida interior. Pero mi amigo está en la frontera de los 90 años y no quiere morirse, quizá sea el último de la fila para sentirse más solo que nunca aunque no lo quiera.

A veces me pregunto si desde el cielo mi padre me puede escuchar para saber lo que pienso. Ojalá mi vida esté rodeada de gente con la que pueda contar en la época madura de mi vida; cuando el silencio y la soledad se alían en el corazón con los últimos momentos de mi vida. He visto a dos personas agonizar y los dos llamaban a su madre antes de morir. Creo que esos momentos nos visitarán a todos y deben de ser tan fríos, que volvemos a ser niños antes de morir. Mi padre y mi abuelo llamaban a sus madres antes de fallecer...

 

El tiempo pasa cada vez más rápido; como vivir a una velocidad que de niño era una eternidad y ahora de mayor, es asomarse a un precipicio donde un paso en falso, nos devuelve a la nada...



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