He tomado tus bracitos que no se doblan como el junco en el viento. Miro tus ojos inquietos a todo lo que te inquieta y ahora estas de nuevo en Rute; en tu casa. Cada día te apagas un poco más y Antonela ya está rendida con su trabajo de profesora además de dar su salud por tu bien. Ya no sabes si estas en Rute o en Antequera pero ansías estar en tu casa en la lejanía de Antequera porque no es tu hogar. Cuando me hablas respiras paz con tu Virgen del Socorro y también tienes una espiritualidad que nunca conocí en ti. Tienes planes de futuro, ganas de seguir viviendo y tus hijos somos realistas porque tu final es como un tobogán donde todos vamos a parar al suelo tarde o temprano. Tu piel es blanda, tu sonrisa, tu mirada, tu torpeza y mi corazón te sigue cuando me hablas aunque sea por un delirio... Te quiero en silencio pero te quiero y tu lo sabes. Existe entre los Porras un cordón umbilical que une a todos los hijos con la madre. Siento tu calor cuando me das la mano y eres tan frágil, que lloro porque mis silencios se hacen palabras en este blog...
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4 comentarios:
Me recuerda los últimos años de mi madre. Un beso
Mientras que hay vida, hay esperanza. Esas manos nunca las dejas solas, ella lo agradece y es la compañía que más necesita, el calor de sus hijos. Un beso.
Ese tobogán de la vejez puede ser ser duro, pero sobre todo para quien acompaña a ese ser querido.
Está en paz, y eso es lo importante. Un abrazo, amigo.
Me has recordado a mis padres...texto tan real como bien expresado.
Un abrazo.
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