Camino y en mis pasos voy avanzando con mi pensar. Mis ojos son la expresión de mi mirada y la calle es un mundo vacío que se abre a mi alrededor. No hay mejor compañía que la del corazón según decía mi madre y en ella estoy pensando ahora. El calor sube como una flama que se eleva hasta mi respiración y esta tarde, el silencio y los aires acondicionados marcan una pausa para invitarme marchar pronto a casa.
Algo fluye en el verano que marca el ritmo vital de nuestro que hacer diario. A veces parece que el tiempo se detiene con la calor y otras se acelera de una forma tan vital que invita a la diversión...Camino por esta mi calle casi desierta; sumido en mis pensamientos como quien lleva un peso fuera de lo habitual y al volver la esquina todo está solo; inerte y sin vida como mi casa cuando falto yo. Hace nada me acabo de enterar de que mi madre se ha enamorado. Tiene ya mismo 83 años y en su mundo infantil se nos quiere casar. No se si será el verano o que las cabezas no rigen bien pero el caso es que mi madre se quiere casar.
Voy calibrando los pros y los contras de este matrimonio que a todas luces parece inviable sin embargo, ella está feliz porque el pretendiente la llama BOMBOM y ella también le dirá algo parecido. En la magia debe de haber en el amor una razón que no tiene edad y yo no se lo que voy a hacer porque mi madre se hace sus necesidades encima y no da una paso sola. Pienso en el desengaño de la realidad que pesa tanto como este calor y temo que sufra.
Ahora estoy en mi casa y no me cambio por nadie como tampoco me quiero enamorar. Estaré pendiente de este episodio de Romeo y Julieta y que ninguno de los dos sufran lo que ya no tiene arreglo...
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