miércoles, 3 de octubre de 2018

La grandeza del espíritu humano





Era pobre sin conocer cosas que fueran mas allá de lo que pisaba o lo que sentía...era el hombre más ignorado del mundo; alguien con quién uno se tropieza y le da asco o indiferencia.

Nació humilde de espíritu en un mundo que no era humilde. Sencillo en su forma de ser, algo feo para que una mujer lo mereciera y desapercibido para tener amigos o alguien cercano.

Una vocecita se instaló en su corazón desde edad inmadura, una voz que le hablaba de cosas sencillas y que no lo dejaba allá donde fuera. Aquella voz le dejó un sentimiento agradable y una ventana donde las cosas más grandiosas de este mundo, eran tan sencillas como naturales...Hablaba poco y tomaba justo lo necesario. Pasaba por las calles inadvertido, no sabía leer ni escribir, tampoco de la soledad que lo acompañaba. Trabajaba a salto de mata como se suele decir pero su corazón estaba tocado por Dios desde que nació. Jugaba como un niño de conciencia limpia, nunca tuvo desengaños ni malos ratos pero tenía la gracia de adivinar el estado de cada corazón, de cada lágrima o de cada alegría...

Llegaba la noche a la abrazaba en su encanto. Soñaba y todo lo que soñaba era real. Amanecía y Dios lo recibía lleno de alegría y de buenas noticias hasta que llegó el día de su muerte...Un ángel se lo anunció y en su corazón no cabía mas la felicidad que aquel día....

Un desasosiego le llenaba su mente. Medio lado de su cuerpo se hizo insensible y apenas podía pronunciar cada palabra como si se olvidara del lenguaje. Alzó su mirada al cielo en gratitud por la vida vivida. No podía dar un paso y el derrame cerebral se hizo más extenso. Cayó al suelo de bruces y un túnel con una luz en el fondo, era llamado para vivir su muerte, como vivió en vida. Todos sus seres queridos le esperaban y aquella voz que nunca jamás le abandonó en vida, se hizo hombre...




1 comentario:

Albada Dos dijo...

Interesante ese final. Tras el contacto con la muerte, pudo renacer, como hombre, de nuevo. Pero ya no sería el mismo hombre, sino un ser iluminado por una conciencia superior.

Un abrazo