lunes, 7 de julio de 2025

Una invitación telepática

 

 

 Como venida de ancestros siempre te he esperado y nadie en este mundo lo sabe, solo yo...Tantos años que he vivido en soledad, tantas veces que te he soñado de puertas adentro; recordando vivencias, sufriendo por dentro y ahora, estás aquí en carne y hueso despertándome recuerdos.

Mi corazón bulle de nuevo como hoja en primavera y tú nunca me has respondido cuando te enviaba mensajes telepáticos envueltos en flores. Has sido la única para mi; siempre eterna como cada ciclo de la vida y tan hermosa que, viniendo de otra ciudad, sabes que siempre te he esperado en esas noches de angustia donde solo se escuchan ladrar a los perros y pelearse los gatos en celo. Mi sentimiento pesa y tu me miras casi ausente como haciéndote la distraída quizás por vergüenza para dirigirte a mi. 

Dejas caer las manos en el hueco de tus piernas. Bajas la mirada a todo lo que te rodea y también la levantas para observarme a mi con signos de lenguaje corporal que nos enseñaron desde pequeños...Con el dedo índice de la mano derecha me dices que estás cansada. Si te tocas la punta de la nariz, me dices que siempre me tienes presente. Si te tocas el centro de la frente, me dices que ahora estás dispuesta para recibir mi mensaje telepático y yo te lo envío, te pregunto que donde has estado todos estos años cuando tanto te necesité y tu, te tocas la mejilla que significa que siempre me deseaste. Aprieto mis labios que significa que quiero besarte y me toco la oreja para decirte que te comprendo...

Sigues con la cara baja y con mirada fija pero ausente dices que me añoras. Yo me toco la entrepierna para que sepas que quiero hacer el amor contigo y tu metes tus dos manos entre los muslos pues también me deseas...

Me levanto y me dirijo hacia ti con los brazos abiertos gritando tu nombre ¡¡Isabel,Isabel!!. Tu gritas como poseída de un demonio y se abre la puerta de hierro donde unos enfermeros ya llevan unas inyecciones. Yo me resisto a la camisa de fuerzas y tu con tus manos ocultas tu cara intentando protegerte de mi intento de abrazo...

Nos llevan a pabellones diferentes y el médico, cuando me pregunta me dice que un hombre tan poco agresivo como yo por qué he actuado de esa manera. Yo le digo que es Isabel la última habitante de la aldea de La Amante en Murcia y el me dice que se llama Susan y es de N.Y. en Estados Unidos...

 

 

1 comentario:

Campirela_ dijo...

Un relato donde la imaginación puede dar a muchos argumentos, la mente es prodigiosa y peligrosa. Un saludo.