jueves, 22 de septiembre de 2022

Mi perra Tula

 

 

 Mi perra se llamaba Tula. Por entonces yo era muy pequeño. Sin embargo, mi perra nos enseñó cosas con sentimientos que son de humanos. Como todo perro guardaba la casa, perseguía a los coches ladrando y guardaba con admiración a sus crías cuando paría...En las tardes soleadas yo me sentaba en la puerta de mi casa y ella se lanzaba debajo de mis pies para que la acariciara en su nobleza. Su mirada era sumisa a veces y desafiante otras. Mi perra era mestiza de un pastor aleman. A veces pienso que los animales tienen alma y que por ello son tan respetables como las personas. Recuerdo como se agachaba al precipicio de una zanja donde yo me caí para ayudarme a salir ( aquello me conmovió ). De entre tantos recuerdos hay uno que no se me va de la cabeza: Fué su mirada acompañada de un suspiro como si fuera el suspiro de una persona...No había quién se arrimara a mi casa por temor a ser mordido y por ello mis padres y mis tíos la regalaron pero, aquel señor de Córdoba nos llamó para recogerla porque no había quién se acercara a ella. Mi perra era noble y fiel. Pasó más tiempo y de nuevo mi abuelo la regaló a un hombre que tenía un huerto fuera del pueblo y allí se quedó. Pasó más tiempo y por casualidad, vi a mi Tula ya vieja y desvencijada por el tiempo: No me conoció o hizo que no me conocía por haberla abandonado. Tenía una nube en un ojo y una pesadumbre que no tardo mucho tiempo en convertirse en muerte...

 

3 comentarios:

Susana Moreno dijo...

Qué pena haberla visto tan mayor. Yo no pude evitarlo con el mío. un beso

Campirela_ dijo...

Cuando se tiene un animal cuando le llega su vejez puede y es tan triste como la de la persona que tenemos al lado.

Tracy dijo...

Me has recordado a mi perra Cuca.