miércoles, 5 de abril de 2023

Jesús de la Rosa

 

 

 Ya solo esperaba a la muerte. El cáncer tenía metástasis y todo era cuestión de esperar la llegada de lo no conocido. Se acostó y cerró los ojos con la mente despierta; casi en alerta por si no despertaba al día siguiente...Volvió a encender la luz y bajo a la cocina. La chica de ayuda domiciliaria se había quedado dormida en su cuarto y no quería despertarla...algo le decía que aquella noche no era una noche como otra cualquiera. Llevaba días sin querer comer. Tomó un vaso de aquella leche que le recetó el médico con vitaminas o vete tu a saber. Se paseó por su salón expectante de las fotografías de su pasado y a las 1 de la noche, todo era soledad. Algo lo llamaba en su interior que le daba paz. El dolor desapareció, la paz lo inundó con buen ánimo y sabía en esos momentos que no estaba solo.

-¿Quién eres? preguntó en su pensamiento.

Aquel ser le hablaba sin palabras y sin embargo lo comprendía. Su mente se expandió olvidando de alguna manera la muerte venidera...Le invitó a tomar asiento en el sillón. Era miércoles santo y de lejos se escuchaba la procesión con su banda de tambores que se acercaba y enseguida lo reconoció. Como un niño indefenso mantuvo con el una larga conversación. Aquella voz le dijo: Asómate a la ventana y dime lo que ves y el dijo: Te veo a ti, llévame contigo...

Al amanecer, Carmen fue a su cuarto para darle la medicación. Un perfume a rosas invadió toda la casa y Manuel no estaba en la cama. Bajó corriendo al salón donde lo encontró muerto con una rosa en la mano y una sonrisa en la cara...



3 comentarios:

Susana Moreno dijo...

Qué bonita historia. Un beso

Mari Carmen dijo...


Impresionante y buen relato.
Tiene el mismo nombre de un gran e inolvidable amigo de mi infancia, Jesús de la Rosa, vivía al lado de mi casa, en la calle Feria de Sevilla, fue alma mater de Triana...
Un abrazo.

Sara O. Durán dijo...

Si que es impresionante tu relato.
Abrazos.