jueves, 18 de septiembre de 2025

La belleza de mirar al cielo.

 

 Allá en lo inalcanzable se pierde mi pensamiento en cosas que son terrenales. La maravilla de asomarse al balcón de la Luna es algo que hago a menudo. Tan lejos, tan infinito, tan cerca de mi corazón está mi universo exterior y el interior. Algo me llama mirando al cielo en esta noche que me pierdo cuando la ausencia se llama soledad. El silencio es sobrecogedor cuando me paseo por este escenario estelar y apareces tu en la Osa Polar o cuando la estación internacional cruza brillante el cielo  como una estrella fugaz. Mi respirar se hace profundo a veces y la oscuridad me embarga para olvidarme, para sentirte como un cordón umbilical que me une a ti.

 Y en la otra parte del mundo, como si de una sintonía se tratara, me encuentro mirando al cielo, esa estela que dibuja la vía láctea.

Pensando ¿por qué me atrae tanto mirar la noche estrellada? Quizás espero encontrar en una estrella la otra parte de mi alma.
 
Lo cierto es que el universo me llama, es tan inmenso que pienso si esa personita que echo de menos en mi vida, se pueda encontrar a miles de km de mí, en otro Universo, en otra línea temporal.
Paso horas y horas ensimismada mirando al cielo, mirando el manto de estrellas que iluminan la noche.
Muchas veces me pregunto, ¿Que me atrae de ese cielo? Y una voz dentro de mi me responde , quizás reconoces el camino de regreso a casa...

 

Fany y Buscador. 

 

2 comentarios:

Marcos dijo...

Me gusta el texto porque explora la soledad y la búsqueda de un alma gemela a través de la contemplación del cielo nocturno; describes a la narradora absorta en la “maravilla de asomarse al balcón de la Luna”, donde el universo exterior e interior se funden en un silencio sobrecogedor. Las imágenes –la Osa Polar, la Estación Espacial Internacional como una estrella fugaz, la Vía Láctea– evocan un escenario estelar que refleja su soledad y su deseo de encontrar “la otra parte de mi alma” en una estrella, quizás en otro universo o línea temporal. El texto muestra la dualidad de sentirse cerca y lejos de un ser amado, unido por un “cordón umbilical” invisible. La pregunta recurrente –“¿Qué me atrae de ese cielo?”– y la respuesta interna –“quizás reconoces el camino de regreso a casa”– elevan el relato a una meditación sobre el hogar espiritual.
Me ha encantado..
Saludos

Nuria de Espinosa dijo...

Magnífico dueto. La infinita bóveda de estrellas a veces parece que nos habla. Enhorabuena a ambos