sábado, 20 de octubre de 2018




La sensibilidad de un momento aumenta nuestros pesares. Caminamos casi a ciegas con lo que nos espera a la vuelta de la esquina. El desasosiego nos acecha de forma que no podemos combatirlo de forma cocreta tan sólo, esperamos a que desaparezca como desaparecen tantas cosas a las que no les vemos una solución...Profundo e inabarcable, se enreda en nuestro pensar influyendo en la razón que cae en la angustia de millones de dudas por resolver. Nos vemos enredados en nuestro mundo interior que nos ofrece la soledad y los pasos silenciosos del que camina sin remedio. A ratos estamos mejor, a ratos estamos peor como un barco que hace aguas en el hilo que no saber si nos hace ser naúfragos que mas que naúfragos, somos martires de los nervios...Una y otra vez, el desánimo nos visita buscando un hjilo de vida que nos permita vivir en paz. ¿Dónde poner en desasosiego? ¿A quién culpar? si con lágrimas intentamos desahogarnos por liberar ese peso que no bos deja vivir...




2 comentarios:

Albada Dos dijo...

El otoño nos trae esa melancolía que tal vez es añoranza de tiempos en los que la vida nos rezumaba por los ojos, las manos, las piernas, y éramos muy vigilantes, hacedores ágiles y corredores de la maratón que es vivir

Un abrazo

Meulen dijo...

Hay que aprender a vivir de una vez el aquí y el ahora
quizás ahí está la respuesta a tanta incertidumbre
porque es bien sabido el pasado no vuelve y el futuro es incierto