martes, 16 de octubre de 2018

La vida en la cuerda floja




La vida se convertía en un continuo desasosiego; cargada de dudas existenciales y tan complicada que resultaba imposible alcanzar la paz, su paz...

Era sensible a todo lo que le llegaba. Soñaba y en sus sueños engañaba a la realidad como quién huye del tormento que le acosaba. Si su mundo interior estaba en  en guerra, su deseo de vivir la vida con plenitud no le hacía decaer con voluntad ferrea de salvar su desgracia.

Buscaba una solución a su envidia, sus preocupaciones, los altibajos del corazón, el sentido de la soledad por atormentarle, los complejos, la timidez etc etc. Todo parecía que confabulaba contra el cuando en sus sueños, la vida era todo lo contrario pues consistía en la paz de su espíritu...Los días azules eran grises en su conciencia y el canto de las personas sencillas le despertaban envidia porque el era tremendamente complicado practicamaente en todo.

Fue aislándose de la gente y los tormentos se hacían crecientes. Daría cualquier cosa por hallar una solución a cada duda, a cada sin saber qué hacer....pero la estabilidad estaba lejos y su mente se cerraba aún más con angustias que para el eran inconfesables.

Cualquier persona, pensaba que tenía mejor calidad de vida que el e incluso era feliz cuando para sus adentros todo era tormento. Se odiaba y odiaba su destino como si arrastrara un peso que aumentaba a cada paso, a cada intento de alcanzar ese sueño que no le dejaba para ser feliz...

Solo, completamente solo, vagaba por las calles sin trabajo ni nadie que lo mirara a la cara porque el primero que se aislaba era el y sólo el....Formó parte de esa sociedad que la forman los vagabundos. La mirada perdida, comer cosas insalubres y aquel sueño que perseguía porque de alguna manera aun conservaba lucidez.


La madrugada era fría en un portal del BBVA. Ya no era sueño ni sueños lo que el amanecer le tenía guardado: era la muerte la que vino a visitarlo cuando aún la ciudad estaba en silencio. Abrió los ojos hebrios de alcohol y la muerte le brindó unos minutos de paz, unos minutos de tener sus plenas facultades cumplidas y hechas realidad; conocer la felicidad en su forma más honda cuando con una sonrisa, envuelto en su vómito, por fín murió...



5 comentarios:

Albada Dos dijo...

Casi siempre la enfermedad mental abruma. La desesperanza arraiga y hay quien quiere buscar en el alcohol una luz de un túnel, acabando por dejar atrás familia, amigos y trabajo. Los vagabundos son seres solitarios, que a veces se reúnen, cuando hiela, ante una hoguera en un bidón.

La paz, a ese precio, en ese momento final no sé si compensa es lucha en busca de dejar atrás el gris de los días vacíos. En un cajero de un banco, la muerte puede ser así de dulce, por qué no. Un abrazo

Ángeles dijo...

He conocido a una persona igual a la que usted describe en su entrada, Buscador, no sé si tenía algo mental en su cabeza, o era envidia pura y simple, hay quienes cren que tienen derecho a todo lo que otros tienen a fuerza de trabajo, se fue aislando de todos y de todo, desaparecía durante días o meses y volvía siempre más derrotado y con peor salud, con él era imposible dialogar, perdió familia, trabajo, amigos...encontró en el alcohol su refugio y con él caminó unos meses, hasta una noche de invierno, en un cajero de BBV la muerte le abrazó con sus gélidos brazos.

A veces la libertad nos conduce por caminos llenos de abrojos y hay quién continúa por él.La vida tiene muchos caminos y es de sabios saber por donde y como dejas huellas de amor, lu, y esperanzas

Un abrazo con cariño.
Ángeles

Josefa dijo...

Hola buscador. Me ha emocionado tu escrito. Por desgracia hay personas así de desgraciadas. Se vuelven indiferentes a todo y no aceptan ayuda de nadie.
hasta que la muerte les sorprenden acabando así su forma de vida.
Un abrazo.
Me gusta como escribes.

Recomenzar dijo...

Triste y bello te felicito poeta y autor

Meulen dijo...

Así cuántos viven ...al menos en ese último momento se reconoce de su existencia...y quizás eso baste y ya.