domingo, 29 de septiembre de 2024

La carne y el deseo

 


 Te desnudabas cada noche en tu habitación y yo desde la mía, en la acera de enfrente y en un claro de la cortina, te expiaba...Era verano caluroso y tu subías a tu habitación cerca de las 2:30 de la madrugada cuando ya solo se escuchan los ladridos de los perros lejanos o el canto de los gatos en celo. Eras mas mayor que yo que inexperto solo vio los pechos de su madre o las mujeres desnudas de las revistas.

La luz de tu habitación era tenue. Cruzabas por la ventana de forma natural primero en ropa interior luego... Recogías del armario la ropa que te pondrías por la mañana y a veces hasta te la probabas por encima para ver como te quedaba. Mi aliento era ardiente como el calor del verano y me tocaba mirándote casi extasiado esperando verte otra vez desnuda a la luz de tu mesilla de noche...
 

Pasaban los días, pasaban los años. Nos saludábamos por las mañanas con buenos días como si nada pero cada noche de verano, yo fiel a la cita. A veces ponías la radio y bailabas un poco alguna canción de amoríos o te mirabas al espejo de perfil para ser espectadora de tu propio cuerpo...El mundo se detenía ante mis ojos cuando te quitabas el sujetador y tus pechos, aun firmes, acababan en dos puntas que nacían de dos galletas negras...Quería ver tu secreto, ardía en deseos porque solo se adivinaba un espesor oscuro a través de las braguitas.
 

Después del trance yo me limpiaba con el calcetín y lo lanzaba al patio de mi casa donde las hormigas daban cuanta de un festín. Mi madre era prudente y sabía de mi alto grado pasional. Nunca me dijo nada hasta que llegó la noche del escándalo cuando me olvidé de cerrar la puerta de la habitación y me descubrió en trance. Tu escuchaste la regañina de mi madre y descubriste inocente al espía que tan inocentemente te decía buenos días por la mañana; eso me valió un castigo y una caída en picado de mi vergüenza...
 

Seguía pasando el tiempo y tu me mirabas con ojos valientes cada vez que me cruzaba contigo mientras que los míos eran esquivos...Y pasó más tiempo hasta que llegó otro verano y un día, dejaste tu ventana abierta de par en par para desnudarte para mi...

 

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