La vida nos va llenando de impresiones que se transforman en recuerdos. Somos esponjas que sin saber cómo, vamos aprendiendo cosas increíbles de otra gente ya sean de seres queridos o personas que sin saber cómo nos dejaron una huella en el corazón. Somos viajeros y espectadores de nuestra propia vida que como una película, formamos nuestra historia con un principio y un final...En nuestros genes somos fruto de nuestros padres y abuelos; todo un legado que se manifiesta en la herencia de nuestros actos. Somos una máquina perfecta que se va degradando con el tiempo y a la vez enriqueciendo.
Viajo por la calle del pueblo donde vivo. A cada casa y a cada metro guardo un recuerdo de personas que ya no están aquí. Me deslizo con imágenes de seres queridos que se fueron para siempre y me veo en mi niñez tan inocente; son personas de las que aprendí a valorar los sentimientos y las cosas sencillas; gentes que van y vienen a lo largo de los años mirándome al espejo para darme cuanta de que mi cabeza ya está cana.
¿Soy ya una persona mayor? o simplemente un espectador que tomó asiento en el corazón después de los años vividos. Parece mentira que cada vez pase el tiempo mas y mas rápido; que los recuerdos lejanos sean cercanos y lo que pasó ayer, aun está por escribir...si no lo recuerdo.
1 comentario:
Que buena reflexión nos dejas. Así es la vida sin recuerdos vividos.
Ese camino que cada vez, va más deprisa.
Un abrazo.
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