viernes, 23 de enero de 2015


Persigo tu pupila esquiva.
Dices que estás bién, muy bién...
Aparece un silencio entre los dos.
Mi pupila encuentra la tuya
te sonrío con dulzura
¿me lo cuentas? te pregunto.
Tu mirada se hace cristalina en lágrimas
...y te abrazas a mí...



2 comentarios:

maduixeta dijo...

Describes ese instante en que sin palabras detectas el dolor de otra persona y la consuelas y haces tuyo su dolor.
una precisa entrada.
una lluvia de besos

Unknown dijo...

¿Por qué a veces nos cuesta mirar a los ojos a la otra persona y sincerarnos? ¿Por qué no somos capaces de decir sin tapujos lo que nos pasa?¿Quizá es miedo al rechazo o reprimenda? Que bien nos sienta una mirada dulce acompañada de un abrazo!!!. Preciosa la manera de describir esa situación. Un beso