sábado, 12 de octubre de 2019

Los hijos del silencio







Mi amiga Gó sabe mucho de silencios. Flor también y Amapola Azzul y Meulen y Sandra y Tracy y Campirela y Albada y tantas y tantas personas que voy conociendo...Pero todos somos amigos de nuestro slencio cuando estamos en paz y a su vez también enemigos cuando en el silencio no encontramos respuestas necesarias. Cada persona que escribe en su blog puede escribir de sus silencios, de la alegría y el dolor; de aquello que sienten en ese momento tal como si fuera una dialectica eterna que mantienen con ellos mismos. Las personas tenemos nuestro corazón y el corazón sin duda no tiene palabras, es silencio...


Las personas somos los hijos del silencio


El marchó a la capital como quién marcha buscando un sueño. Tenía unos ahorros muy trabajados en la dura tarea de la agricultura y también una carpeta repleta de pensamientos claros de poeta: quería ser escritor.

Con su dinero alquiló una pensión y con sus pies se paseaba por la capital pidiendo que lo escucharan para publicar. Inocente de buén corazón, prestó una cantidad a un necesitado que nunca volvió a ver. Invitó a comer a un tipo que tiritaba de frío a las puertas del Corte Ingles y daba donativos a todo aquel que le tocaba su corazón...

Por las tardes se encerraba en la pensión hasta el día siguiente para poder escribir. Entonces fluían por su imaginación las historias más fantásticas, los pensamientos que abrían su corazón de par en par al mundo, la sencillez de un chico soñador de pueblo que no tenía maldad o también, las crueldades que se aprendían en su día a día por la gran ciudad.

Se quedó sin dinero y sin reloj empeñado...

No quería regresar a casa de aquella manera. Su padre ya se lo advertía y el no quiso escuchar.

Dormía de aquí para allá. Con el corazón puesto en sus escritos, intentaba venderlos a las gentes que pululan por las aceras pero que no se interesaban con aires de desprecio. Una mujer mayor se apiadó de él y lo invitó a comer. Un cura le aconsejó. Un vagabundo lo reconoció por haberlo ayudado y le ofreció cobijo...pero siempre de aquí para allá y tan perdido estaba que se olvidaba a menudo de los días de la semana ni cuanto tiempo llevaba pidiendo. Se aficionó al alcochol con su compañero vagabundo pero nunca dejó de escribir...Su amigo era extrangero de Rumanía. Ya desvariaba el pobre cuando le contaba historias increibles de su tierra que rayaban lo irreal.

De su soledad conoció su silencio y también el de la gente. Descubrió la ausencia de la palabra con el peso de la humildad y además, se dejaba impresionar por la gente en esos momentos que actúan sin decir algo cuando algo sucede...El mundo del silencio abrió sus sentidos a lo que nadie conocía. Comida siempre encontraba en algún bar o restaurante y dormir ya se las arreglaba.

Pero el silencio lo envolvía ensanchando su mundo interior. No tenía palabra ni trato con nadie. La profundidad lo llamaba como quién atrapa el amor. Comía cualquier cosa, dormía en cualquier sitio pero la riqueza de su espíritu, era lo más sublime que jamás nadie ha conocido.

...pero esa libertad tiene un precio en la salud. Tanto tiempo deambulando como un vagabundo; sintiendo la libertad absoluta y de la forma más insalubre, le acarreó en la salud lo que nunca buscó.

Aquel día paseaba de camino a un café donde una mujer siempre le ofrecía. El sabor de la vida se disfrutaba a cada segundo y despistado, un tipo lo empujó a un lado bruscamente; con desprecio y un coche lo iba a atropellar. Fué tal la impresión de ver a ese auto buscarlo para pasar por encima, que sufrió un ictus.

El habla la perdió completamente y nadie sabía de aquel hombre joven y de mirada cálida. El silencio más absoluto se apoderó de aquel quién nadie en este mundo, pudo saborear el secreto del amor a traves del silencio...Vivió un tiempo más; el suficiente para sus recuerdos...



8 comentarios:

Campirela_ dijo...

Has escrito un precioso relato lleno de grandes sentimientos y silencios que cada uno los gestiona a su manera ..el silencio del escritor .
Gracias por la mención a mi persona .
Buenas noches y un fuerte abrazo.

Flor dijo...

Con el paso de los días en el hospital , como estaba solo en la ciudad hasta que dieron con el paradero de su familia , para comunicarle el fallecimiento del joven en una caja de cartón metieron lo pocos enseres que poseía , tenía una cartera , el reloj de su padre y una vieja pluma con una libreta llena de versos , poemas y sonetos, fue tal la sorpresa que se llevo el medico mientras preparaba los objetos para meterlos en la caja , que pensó en quedarse la libreta.
Leyó todos los versos y poemas , incluidos los sonetos y fue a hablar con un amigo suyo para que le diese su opinión.

2 meses más tarde , se publico un libro de poemas y versos , fue un gran éxito de ventas , todo el dinero recaudado de la venta del libro les llego anónimamente a la familia del joven escritor.
Te deseo una feliz noche besos de flor.

Pd , Espero que no te moleste , mi pequeña aportación a tu bello relato .... Más besos , amigo Buscador.

dijo...

Somos hijos del silencio,amiguco.Qué razón tienes!!
EL relato es increíble!Cómo has sabido dar color al personaje en todo su ser
Pero voy a leerlo de nuevo,porque hay muchos sentimientos y emociones en esta vida que relatas
Gracias ,compañero de blog y amiguco
Besucos

Sandra Figueroa dijo...

Un relato triste.......... el silencio es amigo del Poeta y ese joven era poeta de silencios. Lo imagino y me veo como el con una carpeta llena de versos bajo el brazo y llenos de silencios por el mundo vagando.....Un gusto leerte y gracias por mencionarme en tu silencioso texto amigo Buscador.

Susana dijo...

Qué triste historia. Un beso

Mari Carmen dijo...


Un buen relato con tristeza...

Saludos.

Amapola Azzul dijo...

Aunque sea triste me emocionó el relato.

Besos.

Albada Dos dijo...

Destila melancolía y una tristeza de otoño. No sé si somos hijos el silencio o de las palabras que dijimos y de las que no llegamos a pronunciar. Creo que más de las primeras, pero sin duda las segundas pesan como losas.

Por ese café sin pecado ni nostalgia de cada día. Un abrazo