miércoles, 1 de abril de 2020

Desde la ventana




Debería de estar rondando más de los cien. Yo la conocía desde siempre vestida de negro; como si el tiempo se hubiera congelado sin conocerla de joven...Se llamaba Araceli. La ventana de su casa daba a la calle principal y al parque. Le gustaba ver a la gente pasar; sentir la vida en los habitantes de su pueblo como quién ve la televisión o una obra de teatro. Con mirada inquieta, observaba a la gente, las procesiones en Semana Santa, los niños jugar en el parque, los enamorados darse un beso o ver los coches pasar...

Pasaban los años detrás de una ventana imposibilitada que para ella era una ventana al mundo entero. Con mirada dulce y silenciosa, su pensar y curiosidad no la dejaban tranquila ni ausente. Se fijaba en cada detalle, en cada anécdota y le encantaban los días cálidos de primavera como una explosión de juventud que entraba por la celosía. Las puertas de la ventana se abrían en los días luminosos y penetraba el perfume del naranjo, los jazmines o la dama de noche. Le encantaba el perfume de la gente que pasaba delante de su ventana o el de la comida a la hora de almorzar...Sin duda, todo lo que desfilaba delante de su mirada, le daba vida...Algunos se detenían para saludarla y preguntarle cualquier cosa con cariño y los niños le pedían caramelos que siempre llevaba. Se convirtió en la abuelita más conocida del pueblo.

Pero de la mañana a la noche, la gente dejó de pasar, los enamorados no se besaban y los niños dejaron de jugar. La calle estaba desierta, el pueblo entero estaba desierto. Una enfermedad invisible acechaba como la muerte con una güadaña. Con el paso de los días, se sentía más hastiada y triste. La luz de la primavera era un canto a la vida que se desperdiciaba día tras día hasta que el olvido se transformó en soledad...

Los días pasaban sin fecha, las noches igual. Todo lo que tenía en esta vida se lo quitó una enfermedad que según le contaba su hija, venía de China. China está muy lejos; decía cuando su mirada se perdía pensando en la nada...Gente mayor moría, la televisión no dejaba de advertir ni la radio tampoco. La residencia de ancianos se llenaba de enfermos que morían indefensos y su hija no le contaba todo.

Pasaban los días y su hija también se puso enferma. Se la llevaron de su propia casa a otra residencia que no era su casa ni su pueblo pero que era por su bién y eso, fué lo que acabó con ella. Ni enfermedad ni muerte natural; fué otro bichito que se llama tristeza...


Buscador



12 comentarios:

Paula Cruz Roggero dijo...

Qué interesante relato conjugando realidad con fantasía...
Me encantó Buscador.
Un beso grande al alma.

Tracy dijo...

A pesar de la terrible historia que has contado, me ha gustado porque pienso que le estamos dando mucha importancia al coronavirus, que la tiene, pero a la soledad y a la tristeza no se le da ninguna y también se lleva para adelante a muchos de nuestros mayores.

dijo...

Amiguco,ahí has dado en el clavo!!Y aunque suene fuerte,esa tristeza mata más de lo que muchos hijos se imaginan.
HAs dicho tanto con esto que me quedo en silencio pensando en lo que algunas personas(afortunadas) ya tienen su experiencia...
Besucos y gracias todos los dias

Campirela_ dijo...

Los que tanto entienden de estadísticas se olvidan que cada año en el mundo mueren muchas personas, gente de hambre y por otras enfermedades , no llegan a ser pandemia pero las personas siguen muriendo ..Una cosas que has dejado clara que el virus mata pero también la soledad y la tristeza ..gracias por este relato . Un fuerte abrazo.

Albada Dos dijo...

Realmente bueno, Buscador. Para Araceli su mundo era la ventana y las gentes que pasaban y saludaban a veces, Pues igual esta historia ha pasado literalmente y ahora yace muerta de tristeza, de manera literal

Un abrazo y porque, desde tu ventana, veas vida, a pesar de la soledad y el silencio de las calles.

Sandra Figueroa dijo...

Excelente texto lleno de fantasía y realidad. La tristeza también puede matarnos en este tiempo que estamos viviendo. Saludos amigo Buscador.

Susana dijo...

Una historia muy real. La soledad msta. Un beso

Aurelia La Xata dijo...

Es que la tristeza puede llegar a ser devastadora. Por eso es tan importante la educación emocional.
Un relato para reflexionar, sin duda.

Amapola Azzul dijo...

Verdaderamente la tristeza puede ser un arma letal.

Besos.

Nuria Lourdes dijo...

... Hermoso blog! Me encantó leer tu post, me conmovió mucho. En realidad todo lo que pasa por estos días, invade mi corazón de nostalgia. Me llamó mucho la atención el nombre tu blog. Tengo un hermano a quien siempre de niño le decía mi Buscador Buscado, y puedes encontrar su historia con el mismo nombre en mi blog.
Sí deseas pasar, eres bienvenido.
Bendiciones y saludos desde Perú. 🇵🇪😉

jesus alvarez dijo...

Real o no, es un excelente relato, espero esteis bien tu y los tuyos, cuidate.

Meulen dijo...

La sabiduría desprotegida ...los ancianos hoy pagan el precio de esta vida que muchos creen aún vivir a manos llenas, cuando lo más importante es el amor...