domingo, 19 de abril de 2020

Breve historia de amor







A veces pasaban los días sin verla y era mi vecina. Casi siempre nos cruzábamos cuando yo regresaba del trabajo y ella venía del supermercado. Su rostro reflejaba seguridad y juventud; como si su cabeza no parase de pensar cosas que son francamente interesantes para mi. Nunca escuché su voz y cuando me miraba, los ojos hablaban de  una indiferencia extrema; cosa que hería mi orgullo...

Era menuda y morena; de osamenta frágil y con unos andares llenos de gracia. Tenía el encanto silencioso de una bella dama y culta donde nada de lo que hacía, carecía de torpeza alguna...Cuando nos cruzamos por la escalera decía buenos días o buenas tardes moviendo los labios mudos y yo era tímido, demasiado tímido para dar un paso al corazón...Yo era del 3ºA, ella del 3ºC.

Llegó la enfermedad del coronavirus. En el trabajo me dijeron que no me preocupara, que seguiría cobrando aunque estuviera un año en el paro, que andara todos estos días con mis aficiones y yo, a decir la verdad, este confinamiento lo tomé por unas vacaciones. Tenía mis buenos ahorros y mis aficiones estaban en casa. Sin embargo ella vivía de alquiler...Cada día la escuchaba hacer palmas a las 8 de la tarde pero yo no soy dado a esas cosas y continuaba con lo que estaba haciendo en mi casa que no era gran cosa. Dos días la escuché hablar con un tipo en el descansillo de su puerta y al tercero de presentarse me picó la curiosidad: era el dueño del piso, lo conocía...Otro día un tipo la echó a llorar y cerró de un portazo y otro día, fuí yo quién llamó a su puerta...

Le pregunté que era lo que le pasaba pidiendo perdón a mi intromisión pero ella me miró con ojos de ternura adivinando mi buena voluntad. Me dijo que le pasaban miles de cosas, no una pero que tendría que abandonar el piso porque el dinero no le alcanzaba. Para colmo estaba embarazada por un tipo que había cortado y que su vida era un desastre.

Puedo ser imbécil pero le pagué una mensualidad además de cocinar para ella como buén vecino. Los días pasaban en un ir y venir con largas conversaciones donde todo lo que intuía sobre ella, era verdad y, a la semana ya estaba enamorado...Ella me abría su corazón como una niña inocente y yo lo recibía como otro inocente.

...y se vino a vivir a mi casa. Hacíamos el amor todos los días como nunca jamás sentí a una mujer. El confinamiento se convirtió en vida multicolor hasta desear que aquello nunca jamás se acabara pero, se acabó de la peor manera.

Tuve que ir al trabajo tres días seguidos y Verónica volvió a verse con Damián de nuevo y en mi piso. Yo la notaba algo distante y le preguntaba pero ella no decía nada. Al cuarto día me dejó una nota. Había recogido sus cosas y se fué con el amor de su vida...

Me consideré un inbécil y un amigo de confianza me dijo: El buén corazón nunca es tonto. Podrás serlo por muchas cosas pero la bondad y el amor, escapan a la razón por ser superiores en alcance...



4 comentarios:

dijo...

Bonita historia!Sabes?Pienso en mi madre.
Ella siempre nos decía:"De hacer el bien,nunca os arrepintais"´.Esas palabras se me han quedado clavadas en el corazón.Nadie es imbécil(como dices) por ayudar.Allá cada uno con su conducta.Esa mujer era una pobre mujer .Quién sabe lo que su corazón estaba sufriendo ---
Besucos a millones

Campirela_ dijo...

Es una historia que deja al protagonista herido en su amor propio, pero tal vez ella algún día no muy lejano se arrepienta de haberse burlado de alguien y lo peor de los sentimientos ,..creo que la lealtad de ella debería haber sido mejor que dejar una nota ,,pero nadie sabe lo que pasa por la cabeza de una mujer enamorada ..Ahora el hacer el bien siempre es gratificante aunque haga daño.
Un abrazo!!

Albada Dos dijo...

La historia breve, pero lo malo es que ella no amaba, pero da igual. Lo que el vecino generoso dió de apoyo y de cariño, eso es lo que cuenta

Un abrazo y feliz día, con vecinas más leales, si puede ser :-)

Carmen Troncoso Baeza dijo...

Nunca es desperdicio amar, querido amigo, aun que el resultado sea incierto, indiferente o cruel, el que da tiene tanta alegria que nada puede reemplazarla y lo comido y vivido es bueno no? Un abrazo desde mi confinado Santiago de Chile!