El corazón se pierde por la ventana

Poco a poco mi calle se cubre de neblina y además llueve. Se escucha el agua bajar por los desagues de nuestra existencia como el que busca una salida o un respiro en este momento...Pasa un coche y mas tarde una mujer mayor con sus guantes de goma y el rostro cubierto...Te respiro en mi pensamiento. Tengo ganas de salir a la calle, pasear en sus silencios contigo hasta empaparme de recuerdos y de libertad. Ya no hay gorriones ni golondrinas. Ya no hay nada que esté vivo en este anochecer de las calles desiertas de mi pueblo.

Stacey Kent canta canciones dulces y su marido toca el saxofón. Es dulce esta soledad que se perfuma de palabras...Quiero salir a la calle, pasearme y mojarme de vida ahora que nadie me vería. Si me para la autoridad, le diré que voy a la farmacia de guardia por una dosis de ánimo. Me encantaría mojarme de agua y de recuerdos; agudizar el oído para escuchar la vida de mis vecinos mientras imagino que paseas de mi mano a ningún lugar, a ninguna parte.

Caminamos la plaza arriba y bajamos la calle Granada. Me estrechas a tu cintura y tienes frío pero sonríes en este paseo imaginativo donde te cuento cosas graciosas de cada sitio, de cada lugar... Te pregunto si tienes hambre, si quieres un Kebab donde los pakistanies y me dices que nunca los has probado pero que, mejor seguir camino a ninguna parte; allá donde humedecer el alma y los deseos que se adhieren aun más a la piel...Subimos la calle Barroso hasta enlazar con la calle del Pilar. Cualquiera que nos vea sabrá que esto no es mas que un paseo romántico bajo una lluvia lánguida y hasta nos sonríe un vecino que va a tirar la basura.

Llegamos a mi calle, al número 42. Estamos empapados, tan solos como acompañados y te preparo un café. Subes a la habitación y te pones mi albornoz y yo ya estoy con mi pijama; debajo, nada, tan sólo en corazón expectante...

Algo me rescata de la fantasía porque suena el teléfono. Respondo y se corta la llamada...Stacey Kent va por la quinta canción.