Me hablaban de la magia del mundo y yo buscaba un aliciente que me sacara de lo cotidianno, algo de donde vivir para siempre y fuera magia eterna...
Busqué en libros, viajé con mis ahorros e intenté conocer a gentes de todas las razas y colores pero de nada me servía pues volvía a mi ser cotidiano...
En la India conocí a sabios, escuché a eruditos pero nada de nada me conducía a lo que yo soñaba: La eternidad de lo puro por la via más rápida.
Volví al pueblo y con mi amiga Rosana conocí el sexo en toda su profundidad pero ese regusto desaparecía y yo buscaba algo más, algo eterno que me hiciera vivir profundamente en mi corazón...Hasta que conocí a "Roedor", el drogata del pueblo... Le pregunté sobre las drogas y el apenas podía hablarme. Me decía que eran fabulosas y que gracias a ellas, era un hombre feliz. Yo le explicaba mi intención de hallar la felicidad eterna sin ser culto ni nada, conocer el sentimiento puro costara lo que me costase. Roedor se acariciaba la barba pensando y me dijo que para eso hacían falta dineros pero que la felicidad era segura pasase lo que pasase...yo accedí.
Me llevaron al palomar. Roedor también quería probar esa poción y los dos nos pinchamos un algo así como de color naranja. El me inyectó y también se inyectó pues en menos de tres minutos, la felicidad nos visitó para siempre...
Ahora tengo 70 años y he despertado gracias a la ciencia médica. Roedor hace cinco años que murió y a mi me han limpiado el culo miles de veces además de alimentarme por sonda y vía intravenosa pero, los maravillosos años que he pasado viviendo feliz, no hay quién me los quite...ese fué mi aliciente y no estoy arrepentido.