En mi vida pude ver con mis propios ojos, lo que el hombre puede hacer para subsistir... La necesidad hizo su aparición en cada país del mundo; en cada familia. Después de luchar contra el Coronavirus, las familias carecían de recursos y no había día que no pasara algo espantoso por la lucha de la supervivencia. Los vecinos olvidaban a los vecinos, las familias se separaban por el hambre, la enfermedad, el dolor del corazón; todo lo horrible, se convertía en algo cotidiano como cuando me contaba mi abuelo aquellas míseras historias sobre la post guerra española. La gente se embrutecía olvidando sus sentimientos y yo, era testigo de esa dureza que crea la sed del el hambre...me pregunto hasta dónde pueden llegar las personas en esta sin razón.
Un coche la dejó en el número 32 de mi calle como quién deja a un perro abandonado. La casa es humilde; abandonada desde cuando sus dueños se fueron a la capital dejándola sola de habitantes hasta que ella llegó. A los pocos días, le pusieron luz y agua; nadie más entró. Nunca supe su nombre. Caminaba con la mirada perdida; ausente. Vestía una ropa humilde y tenía unas manos muy trabajadas de campo...La gente con la que se cruzaba no disimulaba su indiferencia porque la tragedia de sus casas no era para menos. Caminaba siempre ausente. La comida se la daba Cáritas o la Cruz Roja y por las noches de invierno, cuando todo estaba en silencio, se la escuchaba cantar canciones de cuna hasta bién entrada la madrugada. Decían que era un de un pueblo de Sevilla y que estaba embrujada, maldecida o poseida...
Con el tiempo, el pais ha ido ganando en calidad de vida. La gente encuentra empleo, no faltaba la comida y el gobierno con sus recursos, se preocupa mas de la gente que está en la indigencia...pero ella sigue viviendo en aquella casa casi en el anonimato. Cuando se cruza con madres que llevan a su niño recién nacido, su mirada se enciende de pleno amor; como si algo la sacara de esa ausencia por un amor maternal que empaña su mirada...Ya han pasado tres años desde su llegada. Parece que la gente no tiene esas necesidades que las hace enfrentar unos con otros pero ella sigue igual de ausente. La vacuna contra la covid-19 funciona y hasta hay fiestas de norte a sur y de este a oeste...
Como cada noche la escucho cantar. Su voz es dulce como una nana que se pierde hasta entrada la madrugada y yo, he dado parte a la Guardia Civil porque esa mujer merece una atención...Esta tarde, la asistente social del pueblo ha entrado en su casa y ha salido llorando con un pañuelo en la boca, casi vomitando cuando se encontró con aquella escena. Yo he entrado en la casa. Ella abrazaba una mantita llena de miedo por que no se la arrebataran. Le dije que se tranquilizara y ella tuvo mas confianza conmigo. Me acerque poco a poco mientras se abrazaba a aquellos andrajos que envolvían a lo que quedaba de un cadaver de un recién nacido...Hoy he visto de cerca a la locura y la locura esconde razones que me hacen llorar. Ruego a Dios que estas sin razones no se repitan y que la educación de nuestros hijos lleven el peso de la realidad...