jueves, 29 de octubre de 2020

Canción de cuna

 

 

En mi vida pude ver con mis propios ojos, lo que el hombre puede hacer para subsistir... La necesidad hizo su aparición en cada país del mundo; en cada familia. Después de luchar contra el Coronavirus, las familias carecían de recursos y no había día que no pasara algo espantoso por la lucha de la supervivencia. Los vecinos olvidaban a los vecinos, las familias se separaban por el hambre, la enfermedad, el dolor del corazón;  todo lo horrible, se convertía en algo cotidiano como cuando me contaba mi abuelo aquellas míseras historias sobre la post guerra española. La gente se embrutecía olvidando sus sentimientos y yo, era testigo de esa dureza que crea la sed del el hambre...me pregunto hasta dónde pueden llegar las personas en esta sin razón.

 

Un coche la dejó en el número 32 de mi calle como quién deja a un perro abandonado. La casa es humilde; abandonada desde cuando sus dueños se fueron a la capital dejándola sola de habitantes hasta que ella llegó. A los pocos días, le pusieron luz y agua; nadie más entró. Nunca supe su nombre. Caminaba con la mirada perdida; ausente. Vestía una ropa humilde y tenía unas manos muy trabajadas de campo...La gente con la que se cruzaba no disimulaba su indiferencia porque la tragedia de sus casas no era para menos. Caminaba siempre ausente. La comida se la daba Cáritas o la Cruz Roja y por las noches de invierno, cuando todo estaba en silencio, se la escuchaba cantar canciones de cuna hasta bién entrada la madrugada. Decían que era un de un pueblo de Sevilla y que estaba embrujada, maldecida o poseida...

 

Con el tiempo, el pais ha ido ganando en calidad de vida. La gente encuentra empleo, no faltaba la comida y el gobierno con sus recursos, se preocupa mas de la gente que está en la indigencia...pero ella sigue viviendo en aquella casa casi en el anonimato. Cuando se cruza con madres que llevan a su niño recién nacido, su mirada se enciende de pleno amor; como si algo la sacara de esa ausencia por un amor maternal que empaña su mirada...Ya han pasado tres años desde su llegada. Parece que la gente no tiene esas necesidades que las hace enfrentar unos con otros pero ella sigue igual de ausente. La vacuna contra la covid-19 funciona y hasta hay fiestas de norte a sur y de este a oeste...


Como cada noche la escucho cantar. Su voz es dulce como una nana que se pierde hasta entrada la madrugada y yo, he dado parte a la Guardia Civil porque esa mujer merece una atención...Esta tarde, la asistente social del pueblo ha entrado en su casa y ha salido llorando con un pañuelo en la boca, casi vomitando cuando se encontró con aquella escena. Yo he entrado en la casa. Ella abrazaba una mantita llena de miedo por que no se la arrebataran. Le dije que se tranquilizara y ella tuvo mas confianza conmigo. Me acerque poco a poco mientras se abrazaba a aquellos andrajos que envolvían a lo que quedaba de un cadaver de un recién nacido...Hoy he visto de cerca a la locura y la locura esconde razones que me hacen llorar. Ruego a Dios que estas sin razones no se repitan y que la educación de nuestros hijos lleven el peso de la realidad...


jueves, 22 de octubre de 2020

Piensos la Universal

 


 

   Se acercaba el invierno. Villanueva de los mozalbetes era un pequeño pueblo perteneciente al Pirineo Aragonés. Como cada año, sus habitantes se preparaban para pasar el crudo invierno aislados por la nieve. El pueblo, contaba con 200 habitantes la mayoría gente mayor además de una una iglesia y un ayuntamiento. Sus habitantes se procuraban de medicamentos, piensos para los animales, comida no perecedera y un espíritu de comunidad y amistad para con sus vecinos envidiable pues todos eran como una familia unida...Ya entrado el invierno, cada hogar disponía de víveres suficientes para el intercambio con sus vecinos pues el trueque sin dinero existía de manera especial.

Poco a poco, los comerciantes, farmacéuticos y médico de familia subían al pueblo antes de la primera nevada para quedar por fin confinados.


Felipe tenía 100 gallinas, Pepe cinco vacas lecheras, Alfonso diez guarros y dos cerdas preñadas... y así, de esa manera, cada vecino aportaba en bién de la comunidad de todo aquello que hacía falta para subsistir.

A Felipe le vendieron un pienso para la gallinas que se llamaba "Piensos la Universal" que decían ser de calidad suprema pues también llevaba compuestos químicos que impedían que las gallinas enfermaran y así se criaran sanas...

...y pronto llegó el invierno con las primeras nevadas y este relato se centra en la casa de Felipe con sus gallinas fantásticas pues quién comía de sus huevos, curaban a quién estaba enfermo y quién estaba postrado en la cama, lo vías caminando como a un chaval entre la nieve. El mismo padecía de diabetes pero al hacerse la prueba, los indices de azúcar en sangre estaban normales; no necesitaba insulina...Los huevos de Felipe se consumían sin falta cada día entre sus vecinos pues las puestas de huevos eran masivas para unas gallinas que crecían como pavos.

Pero, pasado un tiempo, algo sucedió en el pueblo. A la mujer de Felipe le salieron unas vellosidades por el rostro. A la vecina Juana, pelo en el pecho, a los pocos niños que había en el pueblo, barba cerrada y al cura y al alcalde, vellos hasta en la palma de las manos. Sin embargo, todos gozaban de buena salud, incluso de una vitalidad inusual que los devolvían a sus años mozos...Sin embargo, aquellas vellosidades pasados unos días le cubrían el cuerpo por completo a todo el pueblo. Unos eran morenos, otros rubios, otros con canas y hasta Fermín que era pelirrojo. Habían quién se lo tomaba a guasa y también quien decía ser una maldición pero de salud, todos fenomenal.

Los vellos crecían y crecían por todo el cuerpo. El pájaro de Felipe que comió huevo, tenía mas plumas que un loro con una corpulencia que lo tuvieron que cambiar de jaula. En poco tiempo, todos los habitantes se transformaron en una especie de animales peludos pero muy vigirosos. Ya nadie conocía a nadie debido a la pelambrera y hasta tuvieron que colgarse un cartel en el cuello para decir quienes eran...

No hacía falta vestimenta de abrigo ni había que encender la chimenea pues aquel vigor de vida era inaudito para el frío que hacía...

Hubo reunión en la iglesia. El párroco entró en el altar con el cartel en el cuello que decía soy el párroco. Alzó el cáliz al cielo y todo el mundo peludo se levantó de su asiento entonces dijo:

Hermanos, todos estamos sanos y al parecer jóvenes porque me he enterado que Emilia con 60 años, has quedado embarazada de su marido de 80. En este pueblo todos nos queremos y nos apreciamos hasta que vino la desgracia de esta pelambrera. Ruego a Dios urgentemente una solución. Cuando nos vean pasado el invierno la gente normal, no sé de qué manera procederán para con nosotros. Yo tenía ataques de gota y ya no los tengo. Maruja la de la esquina no tiene cataratas y lee libros a tres metros de distancia y así, todos los vecinos, tenemos una salud envidiable gracias a los huevos de Felipe, con perdón. Sólamente tenemos un caso especial y es que Rosalía la muda de toda la vida, sigue sin hablar pero cacarea como una gallina... El alcalde me ha informado que hoy a votación de la mayoría decidamos suspender la ingesta de huevos de Felipe, con perdón...Que alcen la mano quienes estén de acuerdo...y nadie la alzó pues a pesar de la vellosidad, se sentían jóvenes y llenos de vida.

Llegó el deshielo con la primavera. Como animales, los habitantes de Villanueva de los mozalbetes empezaron a despeluchar como lo hacen los animales después del frío. El pienso para las gallinas se terminó y la gente volvía a caer en sus dolencias. Las gallinas menguaron en pocos días y el sueño de la juventud eterna desapareció con el último huevo...

Nunca más se supo de aquel pienso maravilloso y el pueblo, como cada pueblo de este mundo, siguío su vida con la ley natural de nacer, vivir y morir...

 

viernes, 16 de octubre de 2020

La voz que nunca cesa

 

 

 Nunca pude saber qué Dios ni a qué representaba aquel cuadro, pero me gustaba. Polvoriento y en el mismo sitio del desván, pasaban los años olvidado de todos menos de mí. Cuando lo descubrí, algo bullía en mi interior; era una voz que no era de palabra sino, un sentir. A veces sentía miedo, otras curiosidad y otras tantas, como si su presencia me reclamara, mucha paz interior...Su mirada era firme y cálida, su expresión, la de alguien poseroso que habita nuestro interior.

Pasaban los años. Mis padres se hacían viejos, mis hermanos se echaban novia y la casa necesitaba de reformas que no llegaron al desván. Nunca subía solo al desván sin mi madre pero aquel cuadro, seguía en el mismo sitio por muchos inviernos que pasaran. Yo a veces tenía sueños, otras veces pesadillas sobre el futuro y otras noches, me desvelaba con miedo pensando en ese Dios lleno de soledades y ausencias que me llamaba desde el fondo de mi corazón...

El desván de mi casa estaba cubierto de vigas de madera y un ventanuco sin vidrio que lo ventilaba. Allí se guardaba de todo; hasta ropa de bisabuelos. En los días de verano aquel lugar era una sauna y en el invierno, la fría oscuridad de una tarde que me calaba hasta los huesos.

Sin embargo, como cada noche, mi mirada se alzaba al techo de la habitación y yo le hablaba a aquel Dios de forma sincera porque en el despósitaba mi confianza. No quiero ser fantástico, tampoco me acuso por loco pero, una noche de primavera, ese Dios anónimo me respondió con un sentimiento especial...A partir de entonces, mi vida cambió en muchos aspectos porque aquella voz me indicaba o decía que camino tomar...Ahora, a la vejez de mis años cumplidos, todavía llevo esa voz en mi corazón.

Siempre hubo una frontera entre esa deidad y la mía; como si fuera un secreto íntimo para nunca revelarlo a nadie porque nadie tenía qué saberlo pero, yo quise saber su origen o qué significaba. Mi padre murió y por su falta en la casa, mi madre también enfermó. Fué entonces cuando le pregunté sobre el origen del cuadro y el nombre de aquel Dios o qué representaba. Mi madre alzó su mirada y me dijo que no lo sabía tan solo que mi abuela lo trajo de otra casa olvidada y que mi abuelo, lo desterró al desván.

Una tarde, cuando regresaba del trabajo, fuí a visitar a mi madre. Ya contaba con casi 80 años y por primera vez, me dispuse para subir al desván solo. Durante años aquel espiritu me había acompañado en momentos cruciales de mi vida y quise llevármelo a mi casa. De alguna manera, aquella frontera quise romperla con ese gesto pero, cuando subía las escaleras, un miedo se hacía cada vez mas y mas patente a cada peldaño. Un pánico hizo qua me detuviera antes de llegar a lo alto; un frío gélido me paralizó en seco y tuve que dar marcha atrás.

Mi madre murió y la casa fué vendida y derribada para hacer pisos. Me pregunto qué cosa ocurrió en mi corazón para sentir tal pánico en el corazón. La imagen de aquella deidad flota en el ambiente de mi casa y en mi pensamiento y siempre, sin previo aviso, su voz me acompaña y conseja para decirme que hacer o no...

San Agustín afirmó una vez:
Yo soy de dos y estoy en cada uno de los dos por completo...Sin ser un santo a estas alturas de mi vida, yo lo subrayo.

 

 

domingo, 11 de octubre de 2020

Un caldo espeso

 


 

  Como las olas del mar, los sentimientos afloran hasta la orilla. Hay quién los domina y hay quién se desborda como olas gigantes. Nuestro silencio interior necesita una control porque de lo contrario, caeríamos enfermos del corazón...Los sentimientos se ofrecen en los mejores y los peores momentos con un coctel de palabras. A veces se pierden en lo profundo y otras veces, como por arte de magia, se propagan con un beso hasta la superficie. En estos momentos, mis sentimientos estan llenos de palabras por escribirte; palabras que aparecen en una pantalla a punto de despegar como un avión que aterriza en tu pantalla de ordenador...Siempre invisibles cuando callamos, pululan por nuestro interior a la orden de un silencio que se desparrama por la conciencia a veces haciendonos daño...Pero esta noche de palabras y de silencios, este texto se torna en un beso que quizá provoque otro sentimiento análogo alla donde mis labios no llegan...

 

 

La incertidumbre

 


 

 Las personas vamos aprendiendo y madurando de la vida así como de nuestro interior. A veces toca cruzar por caminos inciertos donde no sabemos qué nos pasará ni de qué forma vamos a proceder o cambiar el rumbo. Nada en este mundo está sujeto con seguridad...La vida nos pone a prueba de la forma más inesperada. El dolor, el miedo, la angustia, la preocupación, la salud...todo cambio forma parte de cada ser vivo. Nuestras reacciones a los contratiempos son de lo mas variadas y mucha gente, se queda varada; presa de la melancolía, el miedo, la enfermedad etc etc. Siempre tenemos deudas que cumplir porque nadie es perfecto.

Sin embargo, tenemos algo de nuestra absoluta posesión que mucha gente parece olvidar y ese olvido, es nuestro corazón, nuestra vida interior, nuestras facultades. Hay quién vive sujeto al dinero sin ir más lejos o a cosas materiales o, mal usadas como podría ser el sexo. Hay quién tiene miedo al miedo como quien no sabe escuchar la voz de su conciencia. Todo en esta vida tiene un precio que hay que pagar pero los logros del corazón siempre tienen recompensa.

Hay etapas que son oscuras e inciertas en nuestro camino. Yo estoy ahora en una de esas etapas. Por nada del mundo dejaría mi buena voluntad a cambio de algo que no me convence pues estaría perdido en lo perdido. Sin embargo, muchas veces caminamos con los ojos cerrados sin saber dónde pisamos no dónde estamos...Pero pasará la tormenta sin duda y desde lejos, sonreiremos al ver lo que antes no podíamos ver. Si hay algo que pone en tensión a la gente, eso es la incertidumbre.

 

jueves, 8 de octubre de 2020

Historias en la tercera edad

 

  Soy un hombre reservado para todo. Mi vida se resuelve en la soledad y mi ánimo se hace cada vez más oscuro...Desde hace un tiempo hasta ahora, la niebla me envuelve durante todo el día. Al principio todo me resultaba agradable en la calle; como si todo se cubriera de un velo de misterio que acompaña a mis pasos y mi estado de ánimo. Normalmente duermo toda la noche sin despertar, cosa que un hombre mayor como yo se devela varias veces por la noche. Al despertar, esta niebla me saluda con la tenue luz del día. Mi cocina, el salon, el cuarto de baño, todo está cubierto por la niebla como si fuera un adagio para mis ojos...Pasa el tiempo y la niebla se vuelve cada vez más espesa; como si las tinieblas me acecharan para llevarme a la profunda oscuridad. A veces tropiezo por culpa de esta niebla persistente y mis pensamientos se vuelven soñadores inventándose historias de nieblas en un Londres fantasmagórico...

Siguen pasando los meses y esta niebla no me deja ver ya con claridad. Sé que alguien de ultratumba o de otra dimensión hace que me desenvuelva ya casi a oscuras y me da miedo de esta luz borrosa donde los rostros se difuminan...Me rodeo de fantasmas del pasado, no quiero despertar por la mañana con pesadillas de bosques oscuros y en la oscuridad de la noche , grito a mis seres fallecidos...

Pido cita a la vidente sanadora del barrio. Le explico cómo comenzó la niebla y de todas las cosas que pasan por mi mente durante el día. Le digo que alguien invisible  espía mis actos y que ruego se acabe esta pesadilla. La vidente sanadora me hace con conjuro con hierbas que dice que son Ibicencas y que en tres sesiones, todo se terminará: "Son 200 euros"dice, porque se expone a peligros...

Hace ya tres años que no voy al psiquiatra y pido número para explicarle al doctor las cosas que me suceden con esta niebla. Casi no puedo ver por la calle mientras me dirijo a la consulta...En la consulta, música clásica ameniza la sala de espera. El doctor me conoce de hace años. Le explico que no puedo ver bien porque un ser maléfico me nubla la vista con una niebla espesa...

El médico me echa una mirada muy atento a mis ojos y me dice que tengo cataratas...

 

miércoles, 7 de octubre de 2020

La inocencia del momento

 

 

 

 A veces veo la inocencia en la mirada de un niño o en una persona mayor como si fuera una página en blanco donde la pureza del corazón, es algo que reluce sin tener sin una defensa para ser empañada. Conozco muy bién esa mirada frágil y delicada...Están quienes se aprovechan del corazón puro para sacar tajada a un  sucio partido y están quienes valoran la nobleza con un beso en la mejilla...De la nobleza nace esa inocencia que resulta ser inmaculada. El corazón de un niño se abre al mundo de los sentidos absorbiéndolo todo como si fuera una esponja y el corazón de un mayor, muestra su sentir indefenso...La inocencia tiene un precio y un valor poco reconocidos pero de los dos lados, yo me quedo con la inocencia de un niño que abre sus puertas al mundo del saber como valor de un futuro...

 

Para Lucia que vuela como una canción de Serrat.

 

martes, 6 de octubre de 2020

El rostro de la necesidad

 

  En estos días de otoño, el corazón se me hace muy fácil sentirlo. No hace falta que me suceda nada en especial. Uno pasea por las calles de Córdoba a primera hora de la mañana con la manga aun corta y la mascarilla que me da calor...Hay silencios con ruido de coches, también calles llenas de negocios con se vende o se alquila. Para cualquier gestión tengo que sacar número y para cualquier nada más, tengo el día entero. Las palomas siguen solas en los parques. Mi amiga Cristi me sirve un café y hablamos del tiempo; que si hace más fresco, que si nos damos una sonrisa cuando nos despedimos...

Los niños llevan sus mascarillas con ojos inquietos y los taxistas están practicamente parados. A estas horas de la mañana, siento la planta de mis pies sobre la acera, el perfume a café de las cafeterías o el aroma a churros. Tengo la libertad de sonreir tras la mascarilla cuando pienso en algo gracioso cosa que antes no podía hacerlo y me detengo en mi detenimiento como quién escucha sus silencios...

Cruzo por Ronda de los tejares y allí está ella, casi resignada a las puertas de un banco; domada por la vida. Pide en silencio mientras te cruza con la mirada. Es limpia, se peina bién y no es fea. Llevo varios meses observándola siempre en silencio cuando paso por delante...en un cartón, con letras mayúsculas, pide una ayuda...Con la primera crisis, una señora limpia y perfectamente vestida, pedía sentada en la acera enfrente del Corte inglés y aquel silencio me imponía pensando hasta dónde pueden llegar nuestras necesidades...Pero, la chica de estas mañanas viene de clase más humilde, lo sé por su forma de vestir. Está casi acurrucada con mirada que a veces es desafiante, otras defensiva y otras humilde. Andará sobre los treinta. Sé que dan ropa y comida al necesitado mas no hace falta pedir...pero ella está allí todas las mañanas con ojos oscuros y pelo moreno, minifalda y mallas.

Paso la mañana con mirada de detenimiento hasta llegar a casa. Me relajo y me tomo una cerveza y es entonces cuando mis silencios se organizan. Esta noche me vuelve al recuerdo esa chica que pide en la acera cuando a más de uno le da un repelús de verse así cuando se cruza con ella...


sábado, 3 de octubre de 2020

Ruido

 


 

  Desde ahora habla mi silencio.

La sensibilidad acaricia lo creativo...y uno se deja llevar por esa caverna oscura que es el silencio. La expresión de libertad fluye con la palabra. El silencio crea formas como un escultor del pensar. Nada es difícil ni complicado cuando la conciencia alcanza cierta profundidad. Estoy tremendamente cansado...el dolor, el padecer, el dejarse caer a plomo como si fuera un suicida que quiere vivir. Todo en un todo me embarga...

Alcanzo la belleza, la calma, la verdad, la razón de la sin razón y me vuelvo más joven con 52 años pero, siempre en calma; en ese detenimiento donde el silencio es mi amigo y mi corazón, el calor del día a día...Confluyen mis palabras de un caldo espeso donde siento la libertad tantas veces búscada. Bailo en la oscuridad y me recreo pero, estoy casado de tanto luchar persiguiendo la sencillez y ser humilde como quien busca un respiro en aguas mansas. El detenimiento de lo creativo busca una quietud que es más veloz que la luz...pero hoy estoy cansado y no quiero nada más. La sensibilidad va de puntillas por la vida con esa creatividad que es capaz de sorprenderme... pero esta tarde quiero dormir sin las pesadillas del recuerdo...

Así habla mi silencio en el silencio de mi salón...

 ¿No será que el ruido que cosechamos nos conduce al silencio en su peso?  Será que todo lo que nos agobia es puro ruido...