A veces los ecos del pasado llaman a mis raíces. De niño, no tenía la conciencia de que todo lo vivido permanecería en mis adentros cuando ahora en época madura, visito el molino de mis abuelos...Allí se molía el trigo y también se hacía pan. El cauce del río movía las piedras del molino con fuerza hercúlea mientras la vida pasaba en sus quehaceres. Por aquellos tiempos de pos guerra, quien tenía un negocio como es tener un molino de pan, es que eres alguien afortunado. En esa casa no se pasaba hambre ni tampoco la gente que vivía en la aldea de "Las huertas de la granja" (Iznájar). El Río Genil entregaba su riqueza con la fuerza de su corriente como el Nilo es fértil para Egipto...Mi padre eran cinco hermanos con mis abuelos además de la gente que trabajaba en el molino. Hoy doy fé de que los hijos de aquel trabajador en el molino que se llamaba Ambrósio y mis hermanos, nos tratamos como si fuéramos de la misma familia.
Ahora el molino de mis abuelos está en ruínas y por épocas se inunda por el Pantano de Iznájar. Estamos en época de sequía o de cambio climático pero el caso es que el Río Genil no es el río que antes llevaba aquella fuerza; ahora va casi seco y la tierra se descuartiza por la sequedad...Mi abuelo Antonio tuvo un accidente y murió cuando mi abuela Expectación, viendo la carga que tenía que afrontar, se suicidó. Los hijos se repartieron pues eran pequeños y la riqueza del molino desapareció al mejor postor...
Antes de que el pantano inundara la aldea, la gente emigró. Unos se fueron a Barcelona, otros a Madrid o al extranjero y hay gente de esta tierra que no olvidan sus raíces allá donde estén. Mi padre se vino a Rute con su hermana mayor y allí conoció a mi madre. Solo Dios sabe todo lo que mi padre pasó en su infancia porque cuando se casó con mi madre, tenía pantalones cosidos con alambre. Hoy vuelve a mi memoria aquel molino que se llamaba "La máquina" y las historias de tanta gente que he conocido cuando en su vida hacen un flash-back para compartir vivencias que son tan suyas como mías...