Qué cosa tan grande puedo darte sino es mi vida. De qué manera puedo ofrecerme a ti sin hacer mucho daño para que crezcas con la felicidad tantas veces buscada...Si mi amor crece y se responsabiliza a cada segundo que pasa rogando a Dios que tengas salud y disfrutes de esta vida como tantas veces soñé para la mía. El peso que siento en mis brazos es de dos kilos y medio y el peso de mi corazón, infinito...Cuantas veces he recordado a mis padres cuando me hablaban de mi día al nacer y cuanto mi padecimiento para que minutos antes de que nacieras he peleado por tu buén nacimiento. He visto asomar tu cabecita y a tu madre empujar como quién empuja a la vida para salir adelante...y yo estaba allí sujetándole la mano, casi sintiéndome culpable por ser expectador de los milagros que nos da esta vida. Has llorado y te han limpiado como yo también he llorado ante estas cosas que claman la cielo.
Tu madre te ha visto posada en su pecho con alegría de haber parido y te han puesto en mis brazos. Te he recogido con brazos de algodón; con la atención de un primerizo mientras te hablo en silencio en este monólogo. Te deposito en la cuna con la mayor de las delicadezas y he besado a mi mujer...
4 comentarios:
Precioso texto Buscador, con toda la ternura que implica un nacimiento... sea real o sea ficticio, felicitaciones por esa ternura.
Besos grandes al alma y que tengas una maravillosa semana.
Bonito relato muy realista. Un beso
Una tierna escena preciosamente narrada.
Un abrazo.
Que felicidad contenida con el nacimiento de un hijo. Son momentos así de polivalentes
Un abrazo
Publicar un comentario