Podemos admirar una pintura, escuchar un disco, leer una mirada, perderse en los colores del atardecer o en definitiva, apreciar aquello que nos llegó una vez al corazón sin poder dar una clara explicación de esa maravilla que nos hizo sentir. El mapa del sentimiento abre en nosotros ventanas donde las palabras no tienen tan fácil acceso.
Esta tarde de primero de agosto, fué dedicada a escuchar algun disco de jazz y no me faltaron ganas para poder expresar todo eso que llevo dentro a traves de algún instrumento. Para mí esta música es el continuo descubrimiento, algo que al escucharlo se desliza por mi interior y abre veredas que tocan lo más hondo. La compenetración de varios músicos y su complejidad, el hermanamiento de cada nota en cada segundo así como su magia, hacen del jazz el deleite de lo que nunca se acaba. Toda música, graba en mi memoria cientos y cientos de temas de varios estilos diferentes y cuando vuelven a llegar a mi oido, se abre ese mágico camino que desde lo más profundo, reconoce sus notas.
Ma hace gracia recordar mi primer Stereo. Fué el mejor de los regalos que me hizo mi padre pero, para escuchar bién ese sonido, sólo era cuestión de apoyar la cabeza a cada lado de los altavoces para poder saborearlo. El dinero por aquel entonces escaseaba en mis bolsillos así que los discos de música eran escuchados y exprimidos hasta poder comprar otra cinta virgen y grabar otro LP. En aquel tiempo no hacía falta buscar buena música porque en cualquier lugar que fueras, la podías encontrar.
Hoy en día veo a chicos jóvenes que llevan coches con equipos sofisticados de sonido. Pasan por mi lado con una música estruendosa que no me dice nada sólo que, los papeles de aquella época que viví y la de ahora han cambiado al 100%. Ahora tienen dinero pero su gusto musical deja mucho que desear debido a la escasa difusión de lo que se considera música de calidad. La creatividad de los artistas pop-rock se ha visto limitada y apenas hay grupos nuevos; encontrar buena música no es nada fácil. La radio solo pone temas que se remontan a dos décadas y hace unos años, prometían la vuelta de lo que fué aquel movimiento cultural de los 80. El resultado no puede ser más patético. Así pues, yo, desde esta isla, sigo escuchando a una mujer que descubrí hace poco y resulta que es genial... Rebecca Martin...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario