El silencio de las palabras se llenaba de vino en la barra de cualquier bar. Son miradas que no dicen nada subidas a un taburete que tiene sabor a una dulce soledad. El tiempo, pasaba con ese sentimiento que da el alcohol como si fuera lo más agradable del mundo...
Como cada día, los pasos perdidos se encontraban llenos de melancolía. La soledad buscaba alivio en un Velasco Chacón natural y la vida, se pasaba de mejor manera. El tiempo despilfarraba las estaciones y los años como los recuerdos apoyados en la barra de un antro barato y a veces, el regreso a casa no eran pasos perdidos ni encontrados, tan solo ladeados.
Un día cualquiera, su organismo no quería más excesos y la salud le pasó la factura de una cirrosis hepática. No podía trabajar y encima estaba mal mirado en el pueblo por ser un borracho lleno de nada. Nunca hizo daño a nadie y vivia solo. Cumplía con su trabajo de jornalero y pasaría desapercibido si no fuera por sus tremendas borracheras.
Era verano y por la puerta de su casa salía un hedor nauseabundo. Quizás su olor a muerte dió la alarma de hecharlo en falta y en su entierro, no faltó una corona de flores ni tampoco mi compañía...
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