Como barco en la mar, mi pensamiento navega buscado una luz en el horizonte. A veces estoy perdido en días de tormenta y otras, mecido por sus olas como la cuna de los recién nacidos. Esta travesía carece de puerto pues el mar donde navego es infinito como mis pensamientos. Con fecuencia, las estrellas me saludan en la noche serena y el lucero del alba parece como si fuera el faro que marca mi camino. En este barco en donde navega mi soledad, las palabras se pierden en busca una certeza; hablan conmigo mismo como si fueran monólogos de una locura que nunca tienen fín; enmarañandose como las redes de un pescador en medio de la nada más absoluta. Al compás de una melodía lejana, mi memoria se repite en cada nota pues me trae recuerdos que son sólo míos de aquel tiempo en que mi recuerdo era solo presente. Si afino mi oido, puedo adivinar cada ola en su forma perfecta, la zambullida de una ballena o el canto de una sirena que me pierde si de verdad lo escucho...Son tantos los días que el tiempo pasa las horas como minutos y las semanas como días, los años como un fín cercano lleno de estaciones perdidas. La vida de un buscador parece infatigable y sólo tiene un sentido que justifique lo que hago, es lo que me importa de verdad.
Es curioso el corazón humano cuando busca un fín en su vida pues lo da todo por encontrar aquello que tanto lucha por conseguirlo. Esa luz de mi horizonte es el motivo de verme en medio de este oceano porque un día y sin saber cómo, encontré un sentido por lo que vivir. El alma de los corazones se envenena de tal manera que quizás alcanzar un fín se puede pagar con un precio caro. Yo aún así sigo navegando en este mar tan particular buscando esa luz en mi horizonte...
Bertolt Brecht decía:
"Hay hombres que luchan un dia y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles".
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