Justamente ahora
irrumpes en mi vida,
con tu cuerpo exacto y ojos de asesina.
Tarde como siempre,
nos llega la fortuna.
Tu ibas con el,
yo iba con ella,
jugando a ser felices por desesperados,
por no aguardar los sueños,
por miedo a quedar solos.
Pero llegamos tarde,
te vi y me viste,
nos reconocimos enseguida,
pero tarde.
Maldita sea la hora
que encontré lo que soñé,
tarde.
Tanto soñarte y extrañarte sin tenerte,
tanto inventarte,
tanto buscarte por las calles como un loco,
sin encontrarte.
Y ahi va uno de tonto;
por desesperado,
confundiendo amor con compañia.
Y ese miedo idiota de verte viejo y sin pareja,
te hace escoger con la cabeza lo que es del corazon.
Y no tengo nada contra ellos,
la rabia es contra el tiempo
por ponerte junto a mi,
tarde.
Ganas de huir;
de no verte ni la sombra,
de pensar que esto fue un sueño o una pesadilla,
que nunca apareciste,
que nunca has existido.
Ganas de besarte,
de coinsidir contigo
de acercarme un poco,
y amarrarte en un abrazo,
de mirarte a los ojos
y decirte bienvenida.
Pero llegamos tarde.
Te vi y me viste,
nos reconocimos en seguida,
pero tarde.
Quizas en otras vidas,
quizas en otras muertes.
Que ganas de rozarte,
que ganas de tocarte,
de acercarme a ti y golpearte con un beso,
de fugarnos para siempre,
sin daños a terceros.
Ricardo Arjona.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario