Encendí un cigarrillo justo cuando no recordaba el tiempo que dejé de fumar. La luz de principios de primavera y el sol, enredaban el humo en miles de filigranas como artista que expresa lo que a uno le sale del alma... Le daba otra calada al cigarrillo y aspiraba hasta el fondo de mis sentidos. Expiraba apenas sin esfuerzo y las motas de polvo se alteraban en un humo azul volviéndose locas sin saber donde ir.
El humo de mi Marlboro acariciaba el aire ascendiendo a la nada; retorciéndose de placer...Mi cigarrillo era un pincel dibujando recuerdos, marcando en su forma exacta la circunferencia de tus areolas con tus pezones de punta. Volví a sentir mi pene perfectamente acoplado dentro de tí y cuando terminamos, solo me dijiste que nunca te cansabas de observarme; de ver mis ojos perdidos cuando me corría inundándote por dentro.
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