martes, 1 de abril de 2014
Vida
El agua brillaba. No podía apartar los ojos de la fuente. La luz de aquel día era especial también para resaltar los colores...El café se estaba enfriando absorta en pensamientos que iban y venían como la gente que desfilaba por la acera. A veces sonreía por tonterías que se le ocurrían y hasta se tapaba la boca para no parecer tonta. El parque cantaba canciones de pájaros incansables en sus quehaceres y los niños, parecían más adorables riendo y llorando con sus madres sosteniendo un helado que terminaban comiéndose ellas mismas. Las flores de aquel jardín, era una verdadera alfombra de primavera romántica y Lucía, deslizaba los ojos como acariciando cada detalle donde se paraba por un momento.
Miró su reloj y Javier no llegaba puntual a la cita; tampoco le importaba mucho ya. A veces, cuando los sentimientos se alían con la razón, crean momentos realmente mágicos. La mirada se hace especial sin pasar desapercibida a quien la mira y si la temperatura del ambiente es agradable, se pasaría horas y horas sumergida en aquel sopor de sensaciones agradables...
Javier llegó por fin a la cita. Se excusó y Lucía le dijo: ¿Por qué no has tardado más?....es que me siento tan bien...
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